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viernes, 24 de septiembre de 2010

La ética de los hacker. La nueva moral del trabajo.

Hace unos días intercambié e-mails con una lectora del blog, ella me preguntaba sobre bibliografía sobre la Generación Y. Entre los libros que mencioné se encontraba el libro de Pekka Himanen, La ética de los hackers.
Este libro es la tesis de doctorado en filosofía del finlandes Himanen, nacido en 1974 y aprobada en 1994.
El término hacker no es tomado como comúnmente lo hacemos, como aquellos que quieren destruir si no como aquellos que quieren crear y compartir.
 Dice el autor:

En el centro de nuestra era tecnológica se hallan unas personas que se autodenominan hackers. Se definen a sí mismos como personas que se dedican a programar de manera apasionada y creen que es un deber para ellos compartir la información y elaborar software gratuito. No hay que confundirlos con los crackers, los usuarios destructivos cuyo objetivo es el de crear virus e introducirse en otros sistemas: un hacker es un experto o un entusiasta de cualquier tipo que puede dedicarse o no a la informática. En este sentido, la ética hacker es una nueva moral que desafía la ética protestante del trabajo, tal como la expuso hace casi un siglo Max Weber en su obra clásica La ética protestante y el espíritu del capitalismo, y que está fundada en la laboriosidad diligente, la aceptación de la rutina, el valor del dinero y la preocupación por la cuenta de resultados. Frente a la moral presentada por Weber, la ética del trabajo para el hacker se funda en el valor de la creatividad, y consiste en combinar la pasión con la libertad. El dinero deja de ser un valor en sí mismo y el beneficio se cifra en metas como el valor social y el libre acceso, la transparencia y la franqueza




No hablamos necesariamente de la gente que se dedica a sistemas de información, no importa a que se dedique, sino que respete estos nuevos valores.
En general uno puede pensar que son los representantes de la generación Y, los que encarnan esta nueva moral del trabajo, sin embargo puede verse en otras generaciones, la X y hasta en los baby boomers.
Valores como la pasión, franqueza, sentido de comunidad, creatividad, son características que pueden encontrarse en cualquiera, no importa la profesión, ni la edad.
En este escenario que parece imponerse, donde solo importa acumular, hay otra mirada que nos dice que todo debe circular. 
Este nuevo paradigma tiene lógica, si las cosas cambian a tal velocidad, que importa guardar, acaparar, que sentido tiene. Como controlar la información en la era de las redes, de la globalización, de la tecnología.
Cada vez que compramos el ultimo ipod, laptop, estamos comprando historia. La información, las redes que las generan ni siquiera son propiedad de los usuarios, tienen valor en un momento determinado, son prestadas, son relaciones que fluyen, que circulan.
Si pensamos en la crisis financiera en USA, el 11 de septiembre, tsunamis, podemos ver que es inevitable la incertidumbre. No hay lugar donde sentirse seguro, el dinero por si solo no nos da la seguridad que imaginábamos y los cambios climáticos han azotado a toda clase de países.
En la crisis del 2001 en Argentina, hubo dos tendencias: la primera irse del país, la segunda meterse para adentro, llevar adelante aquello que veníamos postergando.
Los primeros, son aquellos que ahora están volviendo por la crisis financiera en Europa...los otros hicieron una carrera universitaria o adquirieron una experiencia que hoy forma parte de sus vidas.
Este nuevo paradigma tiene un sentido, trasciende: se trata del deseo y la pasión por hacer algo valioso. Valioso, en el sentido de importante, para uno y para nuestros pares.


por Adriana Ceraso

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