Miradas / Por Jorge Mosqueira
Sábado 6 de noviembre de 2010 | Publicado en edición impresa
Tarde o temprano la mayoría de los trabajadores pensará en nuevos horizontes
Derek Christian es uno de esos emprendedores que pueden descubrir las riquezas ocultas debajo de las baldosas. Luego de vender durante 12 años productos de limpieza para una firma internacional, adquirió una empresa de servicios llamada My Maid Service, mediante la cual ofrecía la posibilidad de mantener el hogar prolijo y limpio, como si se contara con personal doméstico permanente.
Llegó a facturar unos US$ 260.000 anuales en Ohio en los primeros años, pero se encontró con el problema de que su tasa de rotación de personal llegaba al 300%. Ningún empleado duraba más allá de cuatro meses y sus clientes no se encontraban satisfechos al ver tan frecuentemente caras nuevas dentro de sus casas. El propio Christian debía utilizar la mayor parte de su tiempo en seleccionar y capacitar personal para el desempeño de sus tareas, y los incrementos de sueldo tampoco dieron ningún resultado en la retención de los empleados.
Así decidió enfrentar el problema desde otra perspectiva, partiendo del sentido común: muy poca gente espera limpiar casas por el resto de sus vidas. En las nuevas condiciones de contratación incluyó entonces el pago de un curso para que consigan otro trabajo en otro lugar, más acorde con sus necesidades económicas o vocacionales, a cambio del compromiso de permanecer un mínimo de dos años en la empresa. Christian diseña con cada uno de sus empleados un plan profesional personalizado y paga las clases de capacitación necesarias para obtener aquel otro trabajo al que aspiran.
Los números cierran. Según Dan Bobinski, consultor y autor del libro Creating passion. Driven teams, contratar y capacitar empleados a nivel básico cuesta un promedio de US$ 2000, de modo que invertir dinero en programas que retengan al personal es una decisión inteligente.
"Las personas ?concluye?, especialmente de esta generación, quieren aprender nuevas cosas." Lo más interesante es que en 2009 la tasa de rotación de My Maid Service bajó a cero.
La estrategia aparenta ser y es, de hecho, novedosa, pero se trata simplemente de ubicarse en la realidad desde otro ángulo. En vez de rasgarse las vestiduras al recibir la noticia de una renuncia, es más productivo preguntarse por qué ha sucedido y actuar en consecuencia para remediar futuros abandonos. Aceptar que alguien, tarde o temprano, puede irse a trabajar a otra empresa es más sano, incluso desde el punto de vista económico y personal, que llegar a falsas conclusiones generales, como: "He sido traicionado. No se puede confiar en nadie. ¿Los voy a capacitar para que se me vayan?".
Las empresas son, también, escuelas, aunque sea difícil reconocerlo. Lugares donde se enseña para luego aplicar lo que se aprende en el mismo lugar, o en otro. En cualquier caso, la capacitación puede llegar a valorarse aún más que el sueldo porque abre posibilidades de crecimiento hacia mejores remuneraciones o actividades más satisfactorias.
A modo de colofón, apuntemos que Derek Christian está abriendo sucursales en otros estados. Su facturación llegó al US$ 1 millón y su expectativa de crecimiento para este año es del 35%. Todo eso, capacitando a los empleados para que se vayan de su empresa.
Creo que es un articulo para pensar sobre cambios de paradigma. Por qué resistirnos a lo obvio, a lo que no tiene solución.
ResponderEliminarSi, la gente cambia de trabajo, no existe más la fidelidad y la seguridad. Entonces porque pretender lo que no vamos a conseguir?