Serio pero no solemne / Por Juan Carlos De Pablo
La tecnología ayuda o perjudica al trabajador de acuerdo con sus habilidades laborales o la época, según Salter y Griliches
Sábado 30 de abril de 2011
Al respecto entrevisté al australiano Wilfred Edward Graham Salter (1929-1963), cuya tesis doctoral sobre Productividad y cambio tecnológico se convirtió en un clásico, y al lituano Zvi Griliches (1930-1999), profesor en Chicago y Harvard, quien milagrosamente sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial (sus padres no tuvieron tanta suerte) y, junto a Dale Weldeau Jorgenson, algunos lo consideran el padre de la moderna contabilidad del crecimiento.
-¿Por qué cambia la tecnología?
Salter : -Porque algún ser humano quiere mejorar su situación económica, inventando algún nuevo producto para satisfacer una misma necesidad (ejemplos: el avión o el tractor) o un nuevo proceso para fabricar un mismo producto (ejemplo: la línea de montaje). Mejorar la tecnología es una actividad costosa y riesgosa.
-Es decir, no cae del cielo, como la nieve.
Griliches : -No sólo no cae del cielo sino que está direccionada. La súbita cuadruplicación del precio del petróleo en el shock ocurrido en 1973 indujo la invención y adopción de tecnologías que ahorran energía. Por ejemplo, en el diseño de los edificios y los medios de transporte.
-¿Los servicios laborales son un sustituto o un complemento de las máquinas?
Salter : -Algunos son sustitutos, otros son complementos. Para quien diseña, opera y repara la máquina, son complementos; para quien pierde el trabajo cuando se mecaniza algún proceso productivo son sustitutos.
-Desde el punto de vista de sus habilidades laborales, los seres humanos no somos iguales.
Griliches : -Buen punto. A lo largo de la historia fue variando quién consiguió trabajo y quién lo perdió, como consecuencia de la mecanización de la producción. Al comienzo de la Revolución Industrial, las revueltas fueron protagonizadas por los artesanos, la "crema" de los asalariados. Durante buena parte del siglo XX la educación resultó ser una buena inversión, porque el cambio tecnológico demandaba mejores habilidades laborales (en buena parte del mundo la tasa de desocupación es mucho menor entre los universitarios que entre quienes no terminaron la escuela primaria). Ahora no está tan claro porque muchos servicios son sistematizables y, cuando esto ocurre, la máquina es mucho mejor que el ser humano. Ejemplo: pierde el trabajo el abogado que tenía la jurisprudencia en su cabeza, lo gana un empleado cualquiera que sabe manejar el programa de computadora que almacena toda la jurisprudencia.
-¿Está usted diciendo que la educación no tiene sentido?
Griliches : -Estoy diciendo que las técnicas se oxidan, o pueden ser reemplazadas por las máquinas. Por eso en las aulas debemos enseñar técnicas, pero fundamentalmente a pensar, es decir, a describir los hechos, a descubrir cuáles son un problema y para quién lo son, a explicarlos causalmente, para luego ver qué se puede hacer al respecto.
-¿Es sensato pensar en un mundo donde nadie demande servicios laborales?
Salter : -No. Hoy trabaja mucha más gente que hace uno o varios siglos. Y eso que, gracias a la incorporación de la mujer a la fuerza laboral, la proporción de la población total que integra la población económicamente activa es mucho mayor que en el pasado. Pero esto no quiere decir que no haya problemas de desocupación cíclica, o que no haya gente a la que le cuesta mucho conseguir trabajo. Los subsidios por desempleo deberían tender a que el desocupado pueda volver a reinsertarse en la fuerza laboral.
-Caballeros, muchas gracias.
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