Algunas empresas desarrollan planes para acompañar a los empleados en la transición; muchos de los que se retiran hacen consultoría o un emprendimiento
Domingo 12 de diciembre de 2010 | Publicado en edición impresa
Marilina Esquivel
Para LA NACION
Para LA NACION
Recorte económico y sensación de pérdida. Estos son, entre otros, los desafíos que enfrentan muchas personas cuando se jubilan. La nueva situación no solo reduce su red de contactos, sino que la empobrece. A veces cobran menos de la mitad de su último sueldo. Para alivianar la transición de empleado a jubilado, algunas empresas contratan planes de prejubilación que dan información administrativa y soporte psicológico a quienes van a retirarse.
La contención es vital. En una entrevista que dio hace un tiempo el neurólogo Facundo Manes, aseguró que la jubilación es un gran enemigo del cerebro. "Una persona se deprime cuando siente que no es útil. La depresión se relaciona con el deterioro. Por eso jubilarse es malo para el cerebro. Hay que trabajarlo hasta el último día de la vida", dijo el profesional.
"En toda su trayectoria laboral una persona logra vínculos sociales y un status que luego pierde. Si no se prepara para el futuro y no planifica, no crea anticuerpos para atravesar el momento y tener una vida con calidad consistente", advierte Daniel Blanda, socio director de la consultora Human Work y creador del Proyecto Omega para dar asistencia en esta etapa de la vida.
"Estoy haciendo un duelo", dice Ramón Ibarra, de 65 años, vendedor de una firma de autopartes, con una voz que va de la resignación al entusiasmo. "Me salió la jubilación de la empresa donde trabajo desde hace 50 años y sé que voy a extrañar el trabajo y a mis compañeros. Le pedí al dueño que me dé hasta fin de año para ir alejándome despacio. Aún tengo energías y no me voy a quedar de brazos cruzados porque la jubilación no me alcanza y necesito mantenerme activo."
Tras el retiro, algunos individuos pasan por un período de luna de miel, que dura alrededor de seis meses y en el que se suelen hacer proyectos postergados con la familia y actividades de recreación. Para otros, el retiro dulce no existe; si no planificaron actividades más productivas, empiezan a afligirse.
Tan grande es el impacto que esta etapa tiene en la vida de las personas que en el programa de Retirement Placement (colocación tras el retiro) que da la consultora Mercer en México, los asistentes reciben ayuda de psicólogos tanatólogos, es decir, de expertos en lidiar con la muerte y las pérdidas.
Son pocas las empresas que contratan programas de prejubilación o transición laboral para su gente. Sin embargo, Ana María Weisz, directora de Servicios Previsionales de Mercer en la Argentina, dice que el número empezó a crecer a partir del cambio de la normativa de seguridad social en 2008 y la creación del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que eliminó el régimen de capitalización o de AFJP.
"Las empresas empiezan por preocuparse por sus planes de pensión. Eso es bueno porque ya están hablando de la jubilación e indica que tienden a realizar prácticas en ese sentido. Tienen un abordaje enriquecido en material previsional", argumenta Weiz.
En general, los programas de prejubilación dan desde asesoramiento previsional a contención psicológica y asistencia para el planeamiento de proyectos durante la etapa del retiro. Permiten evaluar la situación de la persona, preparar un proyecto a futuro y dan herramientas para concretarlo.
"Apuntamos a que la persona siga activa, no sólo desde el punto de vista laboral. Puede generar otras actividades que le permitan no estar frente a la televisión todo el día", dice Norberto Icasatti, gerente general de la consultora Bruno Matarazzo & Asociados. Algunos jubilados se vuelcan a la consultoría; otros inician un emprendimiento que no se relaciona con su conocimiento directo, y otros se dedican a la docencia, participan en programas de ayuda a la comunidad o disfrutan de un hobby.
Antes de llegar a una decisión sobre su futuro, el individuo transita diferentes etapas. Según Blanda, la primera es el reconocimiento. "Hay que ayudarlos a que se den cuenta de manera realista de que en el mediano plazo dejarán la empresa", indica el consultor.
La segunda fase es de aceptación. En ella se busca la elaboración de las emociones que genera el retiro, fase en la que generalmente predomina la angustia. Luego viene la desaceleración. "En esta etapa, la empresa puede preparar la sucesión y la persona que va a jubilarse puede actuar como mentor para trasladar su know how (conocimiento) a gente junior", señala Blanda.
Hacer un FODA Una vez que la persona se jubiló, se trabaja en la redefinición de su rol. "Buscamos que esté cómodo con su nueva vida y que tenga planes de acuerdo con sus recursos. Hacemos una análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades, amenazas) de los proyectos", indica el gestor de Proyecto Omega.
Quienquiera que tome estos programas, el objetivo es que comprenda que la jubilación es una etapa que puede ser activa y positiva. En definitiva, es sólo una nueva línea de largada.
NUEVA REALIDAD
- Los consultores recomiendan que los programas de prejubilación se inicien alrededor de un año antes del retiro.
- En casi todos los programas los cónyuges participan en alguna etapa de la capacitación.
- Una persona cuyo salario fue de $ 3000 mensuales y tiene 30 años de aportes (el mínimo requerido por el sistema) cobra el 58,6% de esa cifra (se toma el promedio de sueldo de los 10 últimos años y sobre ese valor se aplica el 1,5% por cada año de aportes).
No hay comentarios:
Publicar un comentario