Para planificar en tiempos inestables, las empresas deben trabajar en la construcción proactiva del futuro.
Un espectro atraviesa todos los mercados en la actualidad e impacta de lleno sobre las empresas. Se trata de la incertidumbre, que corroe las certezas y seguridades que acompañaron otros períodos históricos. Lejos de tratarse de un fenómeno transitorio, ha venido para quedarse y trajo consigo toda una “familia de sinónimos” (volatilidad, imprevisibilidad, inestabilidad, incerteza, etc.).
¿Es posible planificar en tiempos de inestabilidad? ¿Podrán las organizaciones adaptarse a esta nueva modalidad? Como lo expresaba con belleza Lewkowicz: “Hemos de ver si nos constituimos como especie capaz de construir sobre la arena sin fingir que es piedra, es decir, si nuestra subjetividad es capaz de habitar un mundo de arena o estamos condenados al anhelo de la piedra”.
Pero el anhelo de piedra, el deseo de volver a tiempos de planificación sobre bases sólidas, ya no es realizable y, más aún, es peligroso por cuanto empuja a las empresas a prácticas pretéritas que no se corresponden con las necesidades actuales.
Una herramienta que venimos poniendo en práctica en el trabajo con las empresas es el esquema de los tres horizontes. Este esquema permite cercar y acotar la incertidumbre, sacándonos del estupor, para poder avanzar sobre el presente –en apariencia tan caótico– y tender un puente hacia el futuro.
El Horizonte 1 corresponde a aquello que hoy se está llevando a cabo. Son los productos o servicios que forman la base de la operación diaria de una empresa. A este horizonte se lo debe mantener y mejorar. Pero una organización no puede limitarse exclusivamente a él porque este horizonte se desgasta o pierde vitalidad (por ejemplo, con el ciclo de un producto).
Las empresas encuentran en el Horizonte 2 su campo de exploración y desarrollo de nuevos proyectos y emprendimientos. Se trata de productos o servicios que tal vez en algún momento pasen a alimentar el Horizonte 1. Parte de la “problemática” que padecen muchas pymes argentinas consiste en la imposibilidad de despegarse del Horizonte 1. Quedan atrapadas en lo que hoy tienen y funciona bien o mal, sin poder proyectarse. Resulta notable ver el efecto que produce en estos empresarios el crear un espacio de consultoría –generalmente por fuera de la empresa– para pensar lo que está ocurriendo y comenzar a “garabatear” el futuro, diseñando los pasos necesarios para alcanzarlo.
En el Horizonte 3 podemos situar los sueños, fantasías e ideas fantásticas que atesoramos en nuestra mente como expresiones de deseo. Cuando esos sueños son trabajados y pulidos en formato de proyecto, pasan al Horizonte 2, donde son desarrollados y explorados.
La tan mentada idea que equipara crisis a oportunidad desconoce precisamente que la crisis es la oportunidad más costosa y más riesgosa, por el peligro que conlleva. Es, a no dudarlo, la menos oportuna de las oportunidades.
Por ello resulta importante activar el Horizonte 2 con anticipación y no ya como reacción a la caída del Horizonte 1. De ese modo se puede trascender lo que hay y modelar, dentro de las posibilidades con que se cuenta, lo que vendrá.
Desarrollar este horizonte significa construir proactivamente el futuro en las organizaciones y no limitarse a reaccionar ante él, cediendo así la iniciativa a los competidores.
Un buen equilibrio entre los tres horizontes constituye un indicador de flexibilidad y adaptabilidad por parte de una organización. Le permite así enlazar pasado, presente y futuro de suerte de no resignar –independientemente de la envergadura de la empresa– su capacidad de transformar lo real.
- Por Ariel Brandstadter Consultoria Psicologica De Empresas
Considero que debemos alimentar nuestra creatividad, nuestra inteligencia emocional; para que así casi sin esforzarnos tengamos todos los días unos minutos para trabajar en el horizonte 3 y así lograr nuestros mejores proyectos, brindándonos una enorme satisfacción
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