Nuevas técnicas de atracción y fidelización
La
consistencia de las acciones de los líderes entre lo que se dice y lo
que se hace, la participación de los empleados en actividades que
benefician a la comunidad y un lugar psicológica y emocionalmente
saludable para trabajar son algunas de las características que
distinguen a las mejores empresas para trabajar.
Estos conceptos se desprenden de una investigación elaborada por Great Place to Work® Institute Argentina, en la que se analizaron los datos de los últimos tres años (2008, 2009 y 2010) de las compañías que integraron el ranking de las mejores empresas para trabajar en la Argentina.
Con objeto de encontrar aquellos factores diferenciales de las firmas que se destacan en el ranking, se analizaron en esos años los datos de las 25 mejor posicionadas, comparándolas con las 25 que se encuentran en las últimos puestos por fuera del ranking.
Sobre estas dos muestras se analizó en cuáles de las respuestas dadas por los empleados las mejores empresas tienen mayor diferencia respecto de las que no alcanzan ese estadio.
En las primeras, los líderes tienen una clara conciencia del rol que ocupan en la organización, no sólo en relación con las competencias técnicas, sino también con las asociadas a la gestión de las personas. Esto incide en la consistencia de mensajes y acciones coherentes entre sí frente a sus colaboradores. En estas organizaciones los líderes entablan un contacto directo con los empleados; hablan y escuchan a todos, no sólo a los más afines.
Asimismo se proporcionan herramientas de gestión a los líderes, pero luego se procura que las mismas se traduzcan en competencias y se lleven a la práctica. El excelente lugar para trabajar cobra significación cuando los empleados observan un cambio real en el comportamiento de los jefes.
Según los resultados de la investigación, en los mejores lugares para trabajar el desarrollo es a largo plazo y las recompensas se piensan para todos, lo que implica un compromiso con el crecimiento de los empleados desde el punto de vista profesional y personal.
De esto se desprende que la construcción del vínculo entre líderes y colaboradores es el motor principal de un excelente lugar para trabajar. En ese vínculo, el líder cuida a sus colaboradores y vela para que el espacio donde se desempeñan sea un lugar psicológica y emocionalmente saludable.
Lo cierto es que espacios de trabajo con alta presión y estrés no contribuyen a la productividad y a la generación de ideas por parte de los colaboradores. En general, todos suelen estar de acuerdo con esta afirmación, pero a la hora de actuar muchos jefes aún continúan ejerciendo un liderazgo basado en el control, la escasez de información y la distancia.
En síntesis, puede que algunas compañías actualmente estén trabajando en ciertos de los aspectos planteados al comienzo de esta nota, pero el gran diferencial de las mejores es que ellas trabajan en todos esos temas y que, en líneas generales, en lo que más invierten es en el tiempo de los líderes para construir vínculos con los colaboradores; tiempo que los líderes tendrán que incluir en su agenda para ocuparse más de su gente.
Al igual que en cualquier tipo de relación que uno quiere desarrollar, la construcción del vínculo entre jefe y empleado es una inversión. Se requiere tiempo y dedicación para pensar en la otra persona, en el crecimiento mutuo y no sólo en el individual.
Las personas dan más de sí en lugares donde son valoradas también como individuos y no sólo como empleados. Así es como están dispuestos a ofrecer parte de su esencia individual, de lo que las distingue como seres humanos. Ese extra mile no es igual en todos, porque cada uno lo construye desde su individualidad. Eso no está en ningún descriptivo de puestos, es el cómo, y es así como se consiguen resultados extraordinarios.
Domingo 23 de octubre de 2011 | Publicado en edición impresa
Opinión Por Laura Hipp
| Para LA NACION
La autora es consultora senior de Great Place to Work® Institute Argentina .
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