La Planificación de la carrera laboral es vital para toda persona, no importando ni el sector ni el nivel en el cual se desempeñe, ya que la necesidad humana que hay detrás de ésta. es la de crecimiento y desarrollo, es dar respuesta a lo que ha dado en llamarse como ya se indico en “rediseñar o reinventar nuestra carrera, que tenga sentido frente a nuevas exigencias del un mercado laboral tan cambiante.
Durante muchos años “otros” se han hecho cargo del plan de desarrollo de carrera”, entendiéndose como tal aquel esfuerzo concertado y coordinado entre individuo y organización o estructura social, para que éste pueda desarrollarse y avanzar a lo largo de su ciclo de vida y por otra parte, el “afuera” manteniendo su efectividad y crecimiento.
Pero las reglas del mercado, que no tiene fronteras y que por lo tanto, no es una variable de nuestro país solamente, han cambiado. Hoy es el profesional el que debe hacerse cargo de su propia carrera, de sus propios trayectos laborales, asumiendo un proceso individual que le permita tomar conciencia de sí mismo, sus oportunidades, sus restricciones, elecciones y consecuencias, identificando metas relacionadas a la carrera y así programar su trabajo, su formación que deberá ser continua, para otorgar dirección, tiempo y pasos secuenciales a estas metas.
Por lo tanto, la gestión de carrera es un proceso continuo de preparación, implementación y monitoreo de planes de carrera iniciados por el individuo solo o en concertación con los sistemas de desarrollo de carrera de las organizaciones en general.
La vida y el desarrollo del individuo a lo largo de ésta, si bien se da en diversos planos, éstos son interdependientes y la mejor ilustración es la de diversos escenarios y trayectos que se suceden e incluso se mezclan en el devenir del tiempo. Hoy el individuo desempeña diversos roles y la intensidad de cada uno de ellos cambia durante toda su vida. Existirán roles más relacionados con el trabajo, con la familia, con el esparcimiento o el ocio, etc. Desde la perspectiva de la carrera hay tres aspectos relevantes para el individuo, especialmente aplicables al desarrollo de carreras. Uno es el grado de positivismo con que se enfrentan los altos y bajos de carrera, es decir, que resistentes somos a barreras y dificultades que afectan el trabajo generado por cambios en los ambientes laborales como cierre, compra o fusión de empresas. O la reconversión, ampliación o reingeniería de sus procesos cada vez más frecuente que afecta las expectativas de carrera.
La forma en que equilibramos el trabajo con otros aspectos de la vida (familia, estudios, ocio, etc) es también un elemento relevante. Hay personas muy competentes en ello, que son capaces de controlar sus respuestas a las dificultades que se les presentan y otras no tanto. Los individuos altamente resilentes son capaces de tomar mayores riesgos, saben cuándo y cómo cooperar con los demás y cuándo actuar independientemente; progresar y avanzar sorteando obstáculos y equilibrando su trabajo con los otros roles vitales.
El tercer aspecto se refiere al realismo con que enfrentan su carrera y de qué forma relacionan sus percepciones sobre sí mismos y sus metas de carrera, con sus aspiraciones respecto a recompensas y beneficios; búsqueda de retroalimentación, autoconocimiento y capacidad para capitalizar sus fortalezas y sobreponerse a debilidades con metas claras de carrera. Un aspecto adicional tiene que ver con la “identidad” que el individuo desarrolla con el trabajo que realiza y esto lo define como individuo.
Uno de los aspectos más desafiantes del manejo de carrera, desde la perspectiva del individuo en la vida moderna, es equilibrar el proyecto de vida que cada uno decide construir y la carrera laboral a transitar, de ahí que lo importante es poder armar estrategias en donde se encuentren alineados ambos aspectos.
De ahí la necesidad de una autoevaluación o evaluación constante y “asistida” para desarrollar “foco de carrera” y no dejar esa tarea a cargo del azar. El conocimiento, la información y la toma de conciencia sobre los roles y sus equilibrios en el ciclo vital; sobre los síntomas y peligros de la crisis y quiebres, así como la forma de sortearlos; sobre las orientaciones y habilidades predominantes en la persona, así como sus anclas de carrera, son claves en el desarrollo de una carrera exitosa donde la carrera depende cada vez más del individuo y menos de la acción de la organización que no la puede garantizar.
Pensar en nuestra carrera, tratar de reinventarnos, es tener un lugar en el mercado, pero debemos prepararnos para ello, armar nuestro propio plan, en donde seguramente jugará como variable interesante nuestra experiencia pero por otra lado, saber reconocer que necesitan hoy las organizaciones de mi perfil, que nuevas competencias puedo yo aportar, que habilidades me hacen “empleable” frente a nuevos escenarios.
EL SIGNIFICADO DE NUESTRA CARRERA PROFESIONAL FRENTE A TRANSFORMACIONES DEL MERCADO
La globalización ha ocasionado que cualquier cambio, sin importar el lugar de la tierra en el que se presente, tenga repercusiones casi inmediatas en todo el mundo.
Los países han reconstruido el paradigma de sus formas de relacionamiento y se asiste a una mayor integración en lo económico que constrata con la dispersión geográfica propia de la nueva forma de producir.
Por su parte, las tecnologías de la información están irrumpiendo en todos los ámbitos de la vida del hombre. Y lo hicieron en la forma como se organiza la producción y el resultado se ha visto en la implementación de técnicas de producir más flexibles, cortos ciclos de vida en los productos, rápida absolescencia de los mismos, mayor reconocimiento del valor de la calidad y una ampliación de las actividades asociadas con los servicios, ante la simplificación de las tareas de producción.
De ahí también que el concepto de área ocupacional comienza a superar al de “puesto de trabajo”.El contenido de los trabajos ha registrado significativas transformaciones. El restringido concepto de puesto de trabajo ha dado paso al más amplio y expresivo concepto de área ocupacional.
Estas ya no se corresponden con un grupo de tareas aglomeradas en operaciones y en funciones, son conjuntos más abiertos en los que convergen los conocimientos básicos de un área con características de poder ser transferidos en el ejercicio de varios empleos.
El paso del puesto de trabajo al área ocupacional bien puede representar el paso del concepto del trabajador al de individuo participante. La organización de los empleos vuelve a tener un peso social elevado, se trabaja en grupos, se aporta en equipo y aparece también el concepto de “empleabilidad” como aquel que se encuentra ligado a la facilidad para ubicar y permanecer empleado, el poder ser “empleable”.
Entendemos que esta característica necesaria en cualquier profesional, se puede mejorar notablemente a partir de una formación continua, sobre todo si esta responde a aspectos de contenidos básicos y no a puestos de trabajo restringidos.
Por lo tanto, nos encontramos frente a nuevas tecnologías que destruyen empleos y crean otros, pero transforman la manera de ejercerlo y las competencias que se exigen o que nos hacen “adaptables”.
Si bien los problemas de empleo parece ser la característica más espectacular en la actualidad, la precarización del trabajo es la otra característica, igualmente importante, donde la pérdida de la hegemonía del contrato de trabajo por tiempo indeterminado, construye su rasgo más visible y que se evidencia en la caída de la forma más estable del empleo. Y a partir de este esquema, se desarrollan modos particulares de empleos: contratos de trabajo por tiempo determinado, trabajo provisional, trabajo de jornada parcial.
De este modo, la precarización atraviesa algunas zonas antes estabilizadas del empleo y se convierte en un proceso central regido por nuevas exigencias de formación.
Hay una movilidad hecha de situaciones de actividad o inactividad que se alternan, de oportunidades provisionales, inciertas en cuanto a duración.
Cuando se habla de escaso prestigio del que goza el trabajo entre las nuevas generaciones, y en el cual algunos creen ver el fin de civilización del trabajo, ha de tenerse en cuenta estas características que presenta el trabajo hoy. Lo que los jóvenes profesionales rechazan muchas veces no sería el trabajo mismo, sino este modo de empleo discontinuo y escasamente significativo que impide la construcción de planes para el futuro.
Y por otra vía, se escucha sobre la aparición del déficit de “lugares ocupables”: la precarización del empleo y el aumento del desempleo constituyen, sin duda, la manifestación de una crisis estructural caracterizada por la falta de nuevos puestos de trabajo, que al mismo tiempo, impliquen una posición con utilidad social y reconocimiento público dentro de la estructura social.
Ante este panorama aparentemente poco alentador, surge lo que John Gray y Fernando Flores han dado en llamar ”el ocaso de las carreras” , en donde las carreras como modelo dominante de la vida laboral comienzan a sufrir una disolución alentada por las revoluciones tecnológicas y de la información, dando lugar a nuevas formas de vida laboral.
Bien expresa Gray cuando señala que “la carrera ha sido una institución social central en la civilización industrial del siglo XX. Aunque la mayoría nunca tuvo total acceso a ella, una carrera ha sido una de las pocas formas de hacer realidad el valor de la autonomía personal que aún es una aspiración para la mayoría. La carrera ha sido la vía principal por la que la mayoría de la gente podía esperar establecer continuidad y significado siendo autores de sus vidas económicas. Para la mayoría de los profesionales, la corrosión de las carreras se ha experimentado como una disminución del control que tienen sobre sus vidas. Quienes de forma más abrupta padecen esta pérdida de autonomía son las personas cuyas sendas profesionales han terminado debido a recortes de personal, nuevos diseños organizacionales, etc; pero sigue siendo un temor potencial para aquellos cuyas carreras actuales o cuyas esperanzas de tener una han sido puestas progresivamente en tela de juicio. Careciendo de la expectativa de una carrera estable, la cohesión misma de sus vidas está en juego. El problema al que hoy en día se enfrenta la gente no es sólo la inseguridad de sus empleos, sino más bien la pérdida del significado que ocurre cuando la vida laboral ya no tiene una forma discernible. De lo que se trata es de adaptarse a un nuevo mundo laboral en el que ya no se dispone de la continuidad del conocimiento de sí mismo que otorgaba la carrera”
Estamos en un período de transición. Y en un tiempo caracterizado por economías basadas en el conocimiento, es muy importante confirmar menos en ocupaciones estáticas, específicas para cada industria, y más en la reestructuración continua de la información y la tecnología para atender con eficacia a la demanda. Entra en juego, por lo tanto, la era del conocimiento, de desaprender formas de realizar la tarea para incorporar otras modalidades, pero para ello contar con información y nuevas habilidades debe ser desde ahora una constante
Sabemos que las carreras hacían mucho por quienes las tenían. Una carrera vinculaba las fases de la vida laboral con puntos de paso en ciclo de vida normal. De este modo, permitía a la gente conformar una narrativa coherente de sus vidas laborales. En retrospectiva, la gente podía contemplar sus carreras como algo definido por la continuidad de la actividad vigorosa de una vida, en lugar de ser una secuencia de experiencias inconexas y adiciones a un portafolios. Además cuando la carrera estaba vinculada a ideas de vocación o disposición, confería significado a una vida humana en su conjunto, reforzando la sensación de que cada individuo tenía una misión particular. De esta forma, las carreras develaban un mundo de significados dentro del cual elecciones sumamente individuales e incluso eventos fortuitos cobraban intelegibilidad para el ser humano. Esto nos dice algo importante sobre el trabajo, la identidad y la realización personal. Estas son las razones por las cuales las carreras eran el ideal de la vida laboral.
La mayoría de la gente nunca entendió sus vidas laborales en términos de invención de sí mismos o elección existencial. Históricamente, se operaba bajo el supuesto de que, al elegir formas de vida laboral, cada uno de nosotros debe escuchar con atención, simplemente para hacer una elección única en la vida al descubrir una vocación.
Una carrera daba forma a las aspiraciones personales promoviendo proyectos de larga duración. Fomentaba a que la gente viviera sus vidas como ejercicios en el compromiso productivo no como una sucesión de episodios destinados a satisfacer deseos.
Pero, ¿qué función entonces nos brinda el “tener una carrera profesional”, el “haber elegido en algún momento lo que deseamos ser” o ”metas que queríamos alcanzar” ?
Llegó la hora de reinventar nuestra propia carrera profesional, de ir eligiendo nuestros propios trayectos laborales, de planificar en donde queremos estar, pero a su vez como debemos “trabajar” para llegar al punto de llegada que deseamos.
Ya no existe el empleo de por vida, ya no todas las empresa se hacen cargo de nuestra planificación de carrera laboral, sumado esto a que el ciclo de vida del profesional en una empresa se hace cada día más corto.
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