El branding personal o marca personal es un concepto que implica considerarse a uno mismo como una marca. De la misma forma que un producto (o servicio) tiene su planificación marcaria, todo profesional debería elaborar una estrategia de marca propia para lograr diferenciarse y conseguir mayor éxito en el ámbito en el que se desarrolle.
“Una marca personal poderosa es el mayor capital que podemos tener como profesionales”.
La marca personal, al igual que la marca de un producto o servicio, es un intangible que involucra muchas áreas del individuo. Entre las más importantes podemos mencionar la apariencia externa, los valores internos, las habilidades únicas y diferenciales (conocidas como core-competencies), la red de relaciones (personales y profesionales) y obviamente toda formación y experiencia en una o distintas áreas de conocimiento (comúnmente conocida como currículum vitae).
Wikipedia nos dice con respecto a este tema que “el concepto de marca personal no trata de convertir a las personas en objetos materiales, antes al contrario, trata de que la persona no sea catalogada como un currículum vitae, desapercibido, igual a otros, sino que la persona sea vista como diferente y capaz de aportar su valor único e irrepetible”.
Como solía decir un profesor de Marketing en la Universidad de Buenos Aires, cuando se refería a la diferenciación: “Si eres uno más… te conviertes en uno menos”.
Es por ello que los reclutadores y empresas buscan gente “diferente”, en la que puedan depositar su confianza. Al igual que como ocurre con los productos, nuestra marca “persona” actúa como un elemento diferenciador y de posicionamiento. En definitiva son estos factores, si es que se los maneja sabiamente, los que pueden aportarnos ventajas en el camino al logro de los objetivos laborales.
Hace un tiempo atrás, un alto directivo de una firma multinacional dijo: “El patrimonio más grande que podemos tener como empresa está conformado por dos elementos: nuestra gente y nuestras marcas”. La realidad es que al consultar reclutadores y especialistas en recursos humanos la mayoría coincide con que el factor humano es clave para el éxito de cualquier compañía. También muchos expertos en Marketing resaltan que las marcas representan el elemento determinante para conquistar los mercados.
A partir de aquí comienza el camino de planificación, construcción y gestión de nuestras marcas.
Si tomamos los dos elementos del éxito empresarial (personas y marcas) surge una combinación de palabras que desde hace un tiempo se repite en varias publicaciones del mundo de los negocios: branding personal.
Las marcas (o brands) brindan a sus dueños la posibilidad de identificación y diferenciación. Una marca funciona en muchos casos como un elemento clave en estos aspectos. Pensemos que no es lo mismo comprar una campera negra con o sin tres tiras blancas en su pecho (Adidas). Gracias a esta diferenciación, las marcas brindan a sus consumidores confianza (por el cumplimiento de una promesa sostenida en el tiempo) y dan a la empresa la posibilidad de obtener mayores ingresos dado que si los elementos de diferenciación son percibidlos como positivos los consumidores estarán dispuestos a desembolsar una mayor cantidad de dinero por nuestros productos. Pensemos la diferencia de desembolso existente entre el café que consumimos en nuestros hogares (comprado en el supermercado) versus el que podemos disfrutar en un local de Starbucks.
Ahora bien, el gran desafío para las empresas consiste en gestionar las marcas de tal manera que permitan obtener mejores resultados, ganancias y en definitiva el éxito en los mercados en que se desempeñan. Es así que aparece el branding como proceso de construcción y administración de una marca mediante la gestión estratégica de los diferentes aspectos que la identifican y diferencian.
En un mundo donde los productos y servicios tienden a ser cada vez más parecidos, donde la cantidad de productos y servicios en oferta tiende casi al infinito y donde no abunda la confianza (o al menos está en crisis), una marca poderosa se convierte en el principal patrimonio de una empresa para realizar estrategias competitivas y ganar los mercados.
Todo lo anterior representa la teoría tradicional del marketing acerca de las marcas.
Por Santiago Zuccherino y Agostina Verni para MateriaBiz
La marca personal, al igual que la marca de un producto o servicio, es un intangible que involucra muchas áreas del individuo. Entre las más importantes podemos mencionar la apariencia externa, los valores internos, las habilidades únicas y diferenciales (conocidas como core-competencies), la red de relaciones (personales y profesionales) y obviamente toda formación y experiencia en una o distintas áreas de conocimiento (comúnmente conocida como currículum vitae).
Wikipedia nos dice con respecto a este tema que “el concepto de marca personal no trata de convertir a las personas en objetos materiales, antes al contrario, trata de que la persona no sea catalogada como un currículum vitae, desapercibido, igual a otros, sino que la persona sea vista como diferente y capaz de aportar su valor único e irrepetible”.
Como solía decir un profesor de Marketing en la Universidad de Buenos Aires, cuando se refería a la diferenciación: “Si eres uno más… te conviertes en uno menos”.
Es por ello que los reclutadores y empresas buscan gente “diferente”, en la que puedan depositar su confianza. Al igual que como ocurre con los productos, nuestra marca “persona” actúa como un elemento diferenciador y de posicionamiento. En definitiva son estos factores, si es que se los maneja sabiamente, los que pueden aportarnos ventajas en el camino al logro de los objetivos laborales.
Hace un tiempo atrás, un alto directivo de una firma multinacional dijo: “El patrimonio más grande que podemos tener como empresa está conformado por dos elementos: nuestra gente y nuestras marcas”. La realidad es que al consultar reclutadores y especialistas en recursos humanos la mayoría coincide con que el factor humano es clave para el éxito de cualquier compañía. También muchos expertos en Marketing resaltan que las marcas representan el elemento determinante para conquistar los mercados.
A partir de aquí comienza el camino de planificación, construcción y gestión de nuestras marcas.
Si tomamos los dos elementos del éxito empresarial (personas y marcas) surge una combinación de palabras que desde hace un tiempo se repite en varias publicaciones del mundo de los negocios: branding personal.
Las marcas (o brands) brindan a sus dueños la posibilidad de identificación y diferenciación. Una marca funciona en muchos casos como un elemento clave en estos aspectos. Pensemos que no es lo mismo comprar una campera negra con o sin tres tiras blancas en su pecho (Adidas). Gracias a esta diferenciación, las marcas brindan a sus consumidores confianza (por el cumplimiento de una promesa sostenida en el tiempo) y dan a la empresa la posibilidad de obtener mayores ingresos dado que si los elementos de diferenciación son percibidlos como positivos los consumidores estarán dispuestos a desembolsar una mayor cantidad de dinero por nuestros productos. Pensemos la diferencia de desembolso existente entre el café que consumimos en nuestros hogares (comprado en el supermercado) versus el que podemos disfrutar en un local de Starbucks.
Ahora bien, el gran desafío para las empresas consiste en gestionar las marcas de tal manera que permitan obtener mejores resultados, ganancias y en definitiva el éxito en los mercados en que se desempeñan. Es así que aparece el branding como proceso de construcción y administración de una marca mediante la gestión estratégica de los diferentes aspectos que la identifican y diferencian.
En un mundo donde los productos y servicios tienden a ser cada vez más parecidos, donde la cantidad de productos y servicios en oferta tiende casi al infinito y donde no abunda la confianza (o al menos está en crisis), una marca poderosa se convierte en el principal patrimonio de una empresa para realizar estrategias competitivas y ganar los mercados.
Todo lo anterior representa la teoría tradicional del marketing acerca de las marcas.
Por Santiago Zuccherino y Agostina Verni para MateriaBiz
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