"Cinco años más y me retiro", es la fantasía que cada vez más
jóvenes profesionales hacen realidad, aunque el futuro económico no esté
asegurado
Toda su vida estaba encaminada a seguir una carrera
profesional. Y a los 30 años, Ana Gorsd ya había obtenido varios logros en ese
aspecto: había estudiado Derecho en la UBA, se había capacitado en el exterior,
trabajaba como abogada en una multinacional y hasta había concluido un MBA en el
Instituto Argentino de la Empresa. Y para su edad,
había alcanzado una situación económica muy satisfactoria. Según sus palabras,
había comprado ese paquete de felicidad que te venden hoy.
Pero al terminar el MBA, llegó lo que ella denomina una revolución interna.
Una intuición que le indicaba que no quería seguir esta carrera por lo material.
Que su felicidad no aumentaba al mismo ritmo. "Me di cuenta de que quería ser
gerente de mi propia vida y no de una empresa", cuenta. Dejar la empresa fue una
decisión que le requirió mucho valor. Para ella significó darse un tiempo para
permitirse no saber. Y ese tiempo de no saber no sólo le permitió conocer la
logosofía, donde ella encontró su camino espiritual, sino que también coincidió
con que una amiga de la maestría también se quería ir de la empresa donde
trabajaba, y juntas decidieron abrir un local de decoración. Hoy es consciente
de que rompió un paradigma, que en ese retiro del mundo empresarial reencauzó su
vida para tomar un ritmo propio. Y asegura que esos tres años y medio después de
haber tomado esa decisión han sido muy felices.Y en esa misma línea está Francisco Díaz, su novio, que desde los 22 años trabaja como ingeniero en distintas corporaciones. "Mi objetivo es en los próximos seis o siete años, alrededor de los 40, retirarme o dedicarme a algo más light, más simple, que me permita estar más con mi familia o hacer otras cosas que me gustaría", cuenta. Hay quienes ya lo hicieron, hay quienes lo tienen planeado. Pero cada vez son más los argentinos de mediana edad que, sin estar "salvados" económicamente, sueñan con retirarse antes, mucho antes de la edad jubilatoria, o por lo menos cambiar por una actividad que les demande menos estrés y en la que ganen en un aspecto que, tal vez, sea el valor más preciado de este siglo: la calidad de vida.
Cuando se refiere a un auténtico retiro voluntario del mundo empresarial, este fenómeno tiene una denominación: " executive dropout ", algo así como abandono ejecutivo. En su libro Empresas + Humanas , el doctor en ciencias económicas Alejandro Melamed lo define así: "Es tal vez uno de los fenómenos más observados actualmente. Se da cuando ciertos ejecutivos toman la decisión de dejar de trabajar e irse a hacer tareas para las cuales están sobrecalificados. Prefieren estar muchísimo más tranquilos para dedicarse a distintas actividades muy lejanas a lo que es la cultura tradicional y la velocidad corporativa, lo que les brinda mucha paz emocional y un ritmo mucho más desacelerado".